sábado, 30 de enero de 2016

una remera con mi cara




En la tele, una película de cine catástrofe fantasea y exhibe cómo la humanidad se autodestruye ante el pánico, se mata  por los recursos y tiende todas las redes de sus trucos.

Retrata los estereotipos de los machos fornidos y las hembras indefensas, la supervivencia de la fuerza descerebrada, los fornidos superhombres, las pulidas chicas plásticas.

Y a los gorriones civilizados nos duele y  excita como si el mundo real no hiciera esa misma mierda solapada,
como si ya la humanidad no se cagara en los millones de tipos muertos por hambre,
las guerras que pelea la gilada, la gilada que consume la mierda de la tele,
la publicidad, hollywood,
y sobre todo la mierda suprema de las noticias y los medios,  la política.
Como si alguno de esos tipos dijera una sola palabra real,
como si alguien llevara realmente una contienda por el bien común
y ahí se encuentran estos mierderos neoliberales peleando contra otros mierderos un poco menos peores como en un programa de chimentos.
Y nosotros férreos demócratas elegimos entre dos paparulos que sin decir una palabra, acomodan el culo y transan con toda la runfla a la que no le van a tocar un pelo
no representan a nadie porque nadie es representable.

Si quieren que seas la puta vas a ser la más puta
si te encuentran la bolsita te comés una buena cagada a palos
mientras el cana se toma la merluza de la palma de tu mano
y las armas,
y la cana,
y nos decimos libres
mientras nos penetran el cerebro acabando ahí nomás, no sea cosa que quede algo de impoluta materia gris
y nos decimos libres,
siempre tan indignados por alguna pavada que nos toca el culo
sin ver la foto
Nos filman
nos rastrean
nos venden
calladitos sin decir nada
los esperamos de culo
nos quitamos los ojos entre nosotros
bien de la gilada