miércoles, 3 de febrero de 2016

Durante el día los estruendos de las bombas, la bocina de los autos, y las sirenas, transcurrían en un escenario tan nuestro. He caminado cerca de esta plaza, miro al suelo, a ver si por las grietas algo crece, algo calla, algún desaparecido vuelve aún sea en polvo. Ese señor se parece, ya un poco anciano, una boina, toma el colectivo. Le busco la mirada, no dice, mi insistencia lo confunde.
Se queman las gomas, hace frío y el humo palpita el conflicto. Una vez más. Compañerxs detenidxs, y muchas familias ya reprimidas por luchar. Parece un recuerdo, ya una victoria. ¿ya una victoria? No está mal llorar. Las cosas son tan injustas, la tristeza es por todo, no por mí. Algo nace aquí. Como una fuerza. El motor de la historia le dicen.
¿Cómo sería el mundo si nos olvidáramos de preguntar? ¿Cómo sería salir a la calle? En donde me paralizo frente a la catedral, sus bordes, la manera de trepar a un espacio poco dominado. Alguien tuvo que caer. Y la ley ya es ley. Y casas antiguas abandonadas, desarmadas. En la ausencia algo distinto se levanta. Alguien busca saber si mejor o peor. Las villas crecen lejos, y las rebeldes a la altura de los intersticios que la sentencia social ha privado. Lxs compañerxs son liberados. Veo sus caras, mayoría mujeres, con rasgos precisos, ojos achinados, pómulos bien pronunciados. Sus pelos lacios y largos respiraron las indagatorias tóxicas, los golpes y manoseos. ¡Éstos hacen público lo que se les antoja!. Usurpan cuerpos en nombre de la ley, de la moral y de la igualdad. Lxs compañerxs se despiden, agradecen. Y en la noche se desintegran, yéndose. A mí no me tocaron, pero igual tiemblo. Nadie da la cara. Nadie habla en nombre de lo que hace o deja de hacer. Es que decir a veces se parece a rezar. Y ¿quién sostiene al que no quiere caer? A veces el miedo se te mete en la cama y alguien te reprime. La cosa no es dormir, es eliminarlo con las manos y la palabra, con los pies en la sinceridad, con el cuerpo en el cuerpo del otro, como un territorio colectivo, agrietado por la fuerza del agua y lleno de mundos rojos y negros; ya lo sé, morir en ese, más que en cualquier otro.

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